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La relajación: shavasana o postura del cadáver
Durante la relajación la actividad externa se detiene y solo permanece la actividad vegetativa, el funcionamiento básico de los órganos, y la actividad de la mente se va acallando.
En la vida cotidiana vivimos con los músculos contraídos, no solo por las acciones sino mas bien por la tensión provocada por nuestros estados emocionales y mentales.
Los pensamientos se expresan en nuestro cuerpo a través de bloqueos de mayor o menor envergadura en distintos músculos y órganos. Estos bloqueos nos traen dolor o problemas funcionales, inclusive algunas enfermedades psicosomáticas.
Relajar el cuerpo, aflojarlo, silenciar la mente y las emociones, alcanzar estados de profundo relax nos permite liberarnos de la fatiga física y mental.
A su vez se recarga la energía pránica en mente y cuerpo, se armonizan los procesos mentales, mejoran los problemas de salud como la hipertensión y los problemas cardíacos, mejora la circulación sanguínea, disminuye la sensibilidad al dolor.
Cuando la mente se encuentra en estado alfa, el estado de relax, el ritmo cardíaco y respiratorio se reducen a su mínima expresión.
Mejoran las relaciones, ya que el estado de relajación, cuando se practica con frecuencia regular provoca un estado general de calma y serenidad que nos da un enfoque mas profundo y objetivo de las cuestiones afectivas.
La mejor postura para practicar la relajación es shavasana o postura de cadáver.
Hay varias técnicas de relajación, por ej. la de Jacobson, en la que se tensan y relajan cada grupo muscular de a uno.
Acá describiré la técnica tradicional de los yoguis.
Ejecución:
En un lugar tranquilo, generalmente luego de la sesión de posturas de yoga o asanas, pero se puede practicar en cualquier momento que tengamos ocasión.
Acostados boca arriba, o de cubito dorsal, con los brazos entreabiertos con las palmas de las manos hacia arriba, las piernas entreabiertas con las puntas de los pies apuntando hacia afuera, el mentón apuntando levemente hacia el pecho. Inhalamos y exhalamos por la nariz lenta y profundamente.
Llevamos la atención hacia los apoyos, los puntos del cuerpo que tocan el piso y nos sostienen.
Vamos llevando la tención a las partes del cuerpo relajando cada una por vez, empezando por los pies, las piernas, la cadera, el abdomen, el pecho, los hombros, los brazos y la manos, el cuello y la cabeza, el mentón y las mejillas, el entrecejo y la frente, el cuero cabelludo y la cabeza, hasta sentir como si no tuviésemos cuerpo.
Luego llevamos la atención a la respiración, a la inhalación y la exhalación, lenta y profunda.
Si aparece algún pensamiento lo dejamos seguir de largo y volvemos a traer la atención a la respiración.
Con la imaginación, hacemos un viaje hacia el lugar de relax de nuestra preferencia, puede la playa, el mar, la montaña, un lago, etc. Nos visualizamos llenos de paz y felicidad en medio del cuadro mental diseñado, sintiéndonos uno con ese entorno.
Puede durar el tiempo deseado y luego vamos volviendo a nuestro cuerpo físico moviendo gradualmente los dedos de las manos, los de los pies, los
brazos y piernas, nos estiramos, desperezamos y hacemos todos los movimiento que sintamos necesarios, abrimos los ojos.
Cuando estamos totalmente presentes en lugar y tiempo, nos incorporamos por un costado del cuerpo, llevando el peso sobre los brazos para no lastimar la columna vertebral.
Ese cuadro mental en medio de la naturaleza que utilizamos para relajarnos puede servirnos para evocar el estado de relajación obtenido en el momento que lo necesitemos durante la vida cotidiana.