En esta meditación
el foco de atención va a ser el propio cuerpo.
Buscamos un lugar
tranquilo y silencioso, y en un momento que no seamos interrumpidos.
Nos sentamos como
nos resulte cómodo, en silla, manta o colchoneta, con piernas cruzadas o
posición de loto.
Cerramos los ojos y
hacemos 3 respiraciones completas.
Llevamos todo
nuestra atención a la respiración, a la inhalación y la exhalación. Podemos
visualizar el aire que entra llenando nuestro cuerpo de energía vital y
expulsamos las toxinas.
Cuando nuestra mente
ya esta calmada, y la respiración lenta y profunda, llevamos nuestra atención a
nuestro cuerpo físico como si estuviera vacío, solo sentimos y visualizamos la
energía vital como luz llenando nuestro cuerpo.
Sumergimos nuestra
atención en este espacio vacío, luego visualizamos la coronilla como
vacío, y la base de la columna vertebral
y el corazón como vacío en forma simultanea, perdiendo los limites del cuerpo
hasta que la mente se silencie por completo.
Mantenemos este
estado hasta que lo sintamos.
La meditación puede
durar entre 10 y 30 minutos, extendiendo el tiempo con la práctica.
Finalmente para
salir de la meditación agradecemos a nuestra divinidad interior, traemos la
atención al cuerpo físico y abrimos los ojos.
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