La práctica de la
meditación es conveniente hacerla diariamente por lo menos una vez al día, si
es posible dos, una a la mañana temprano y otra al atardecer.
Buscamos un lugar y
un momento en que no seamos interrumpidos, tratando que sea un lugar silencioso
y tranquilo.
Podemos prender un
incienso si nos gusta y poner música suave de fondo pero no es necesario.
Nos sentamos en una
silla, en una colchoneta, manta o almohadón, con las manos apoyadas la mano
derecha sobre la palma izquierda.
Cerramos los ojos y
llevamos la atención a la respiración.
Hacemos 3
respiraciones completas.
Inhalamos
profundamente llenando la panza de aire, que en realidad es la zona baja de los
pulmones que al llenarse de aire empuja el diafragma hacia abajo, y éste el
estómago hacia afuera.
Seguimos inhalando y
llenamos la zona media de los pulmones, el tórax se expande hacia los costados.
Seguimos inhalando y
llenamos la zona alta de los pulmones hasta las clavículas.
Hacemos una pequeña
retención, el tiempo que nos resulte cómodo sin agitarnos. Y empezamos a
exhalar desde las clavículas hasta el abdomen.
Lo repetimos 3 veces
y volvemos a la respiración libre lenta y profundamente.
Podemos invocar a la
divinidad o al maestro de acuerdo a nuestras creencias.
Vamos a utilizar el
mantra "so ham" repetidos mentalmente en la respiración para enfocar
nuestra atención y lograr la concentración. SO en la inhalación y HAM en la
exhalación.
Cuando aparece un
pensamiento lo dejamos seguir de largo y volvemos a traer la atención al mantra
y la respiración.
Simultáneamente
podemos centrar la atención en el entrecejo, visualizando una luz que comienza
siendo muy pequeña y se va expandiendo con las respiraciones.
La meditación puede
durar entre 10 y 30 minutos. Podemos empezar con 10 minutos e ir
aumentando el tiempo a medida que nos
vayamos sintiendo a gusto con la experiencia.
Probablemente al
principio nos cueste quedarnos quietos y mantenernos sentados y enfocados, aparezcan pensamientos, recuerdos e
inquietudes. Incluso puede que sintamos una imperiosa necesidad de levantarnos
y abandonar la práctica.
Para poder avanzar
tendrás que resistir y permitirte llegar a experimentar la paz interior que se
siente después de mantenerte un rato inmóvil y concentrada.
Cuando sientas que
es el tiempo suficiente o te sientas cansada, vuelve a traer la atención al
cuerpo físico, agradece a tu yo interior, a tu presencia yo soy y abre los
ojos.
Con el tiempo de
practica el estado de paz interior se empieza a experimentar el resto del
tiempo del día. Podemos en cualquier momento cerrar los ojos y rememorar ese
estado.
Que la práctica te
resulte tan plena como a mi en la vida.
Namaste!!